Dispersados por las labores propias de cada uno, durante dos meses azotados por el mal tiempo, el clan no ha encontrado momento para celebrar una reunión con las canoas arribadas y alrededor de la cálida hoguera de todos sus miembros. Esto ha causado el enfurecimiento de los dioses, quienes han intentado traer a nuestras fértiles tierras, plagas y podredumbre. A pesar de esto, la llama de esperanza que en los corazones de los indios habita, siempre fue y será muy difícil de apagar.
No hay que desanimarse pues es bien sabido que las primeras líneas de la montaña son siempre las más escarpadas y atacadas por los fuertes soplidos, lo que dificulta, en un primer momento, el ascenso inicial.
Mas este humilde narrador, enfrentándose a los aparentes designios de los dioses, incita a la tribu a alimentar la ardua y extensa lucha que se está perpetrando por el alcance del objetivo final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario