sábado, 19 de septiembre de 2009

PAI y proyecto colectivo



El proyecto de acción individual (PAI) admite numerosas formas de afrontarlo y entenderlo. En nuestro caso, creemos que el PAI debe servir al clanero como vehículo de conocimiento personal, destinado a una reflexión autocrítica que conduzca a una acción posterior.

Este proyecto nace de un estudio de la realidad externa e interna de cada clanero, que debe tener en cuenta cuáles son sus fortalezas, debilidades, aptitudes y posibilidades de crecimiento. A partir de este estudio, el clanero se fijará una serie de objetivos que deberá perseguir para la consecución de sus metas personales.

Hay tantos proyectos de acción individual como claneros, y la variedad abarca desde pasar más tiempo en sociedad y menos frente a aparatos tecnológicos, mejorar el estado de forma física a través de hábitos más saludables o encontrar fórmulas de mayor rendimiento académico a retos de orden muy diferente, como trabajar en la comunicación familiar, vencer complejos o prejuicios o superar una serie de limitaciones (timidez, introversión, baja autoestima, etc…) para una mayor y mejor realización personal.

Lo ideal es que el clanero escoja en libertad, y comparta con el resto del clan aquello que prefiera, como por ejemplo sus objetivos generales, de modo que su privacidad quede siempre respetada por el grupo. Del desarrollo de su PAI, que puede alargarse durante varias semanas, meses o incluso años, sólo deberá rendir cuentas y hacer balance con aquella persona o personas de su elección, ya sean sus animadores, padrinos de promesa o clan, amigos o familiares.

Se entiende que una vez superada la fase del PAI, o cuando ésta haya permitido al clanero ejercitarse en la autocrítica y el estudio de sus propias limitaciones y deseos futuros, el miembro del clan está en condiciones de afrontar una empresa colectiva, llamada también descubierta o proyecto de acción colectiva. En esta empresa, los claneros ponen en común sus objetivos personales, tratando de encontrar aquellos puntos susceptibles de ser conjugados en una empresa única. De nuevo, dicha empresa puede abarcar áreas muy diferentes de interés, alcance y repercusión, desde la reconstrucción de albergues forestales a campamentos volantes de integración social.

En cualquier caso, tanto esta empresa colectiva como el PAI deberán guiarse siempre por los criterios de realismo y sentido práctico. De poco nos servirá querer terminar con el hambre en el tercer mundo, por noble que sea dicho propósito, si carecemos de los medios para llevarlo a cabo. Es conveniente que el clanero mantenga sus ideales sin caer en el idealismo, y que encuentre en su entorno el apoyo adecuado para canalizar sus ganas de colaborar a la creación de una sociedad más justa.

La última Katchina (Leyenda de la tribu Hopi)


En los albores del Cuarto Mundo, cuando los estragos del hielo destructor y de las aguas ya habían sido borrados de la memoria de los más ancianos miembros de la tribu Hopi, sucedió algo que cambiaría para siempre su destino.

Como cada atardecer, el joven Igoe ascendía a las cumbres más elevadas del Gran Cañón, para inspeccionar desde ahí el vuelo de las aves y el lento declinar del astro rey, Tawa. A diferencia de sus amigos, que preferían dedicar su tiempo libre a practicar la caza o a cortejar a las mujeres, él ascendía a lo más alto de las montañas y allí, donde nada ni nadie podía molestarlo, se entregaba por completo a la meditación y a la contemplación de las estrellas.



Aquella tarde empezaban a verse como nunca, brillantes como las luciérnagas que habitaban junto al río, pero inmóviles, como si fueran columnas puntuales que sostuvieran el firmamento. Igoe las observaba, atento a cualquier nueva chispa que se encendiera, mientras recordaba las palabras de su padre, cuando lo llevó a ese mismo lugar y le enseñó a respetar el silencio ante los dioses de los cielos.

Las sombras se apoderaban de las gigantescas hendiduras de la llanura encrespada, y la inmensidad y el vacío iban apaciguando el eco de sus habitantes, conforme la luz se desvanecía y el misterio se adueñaba por completo de la región. Los dioses, como cada tarde, pronto entonarían sus rezos silbando a través de la roca, el viento y el agua.




Y justo cuando el espíritu de Igoe estaba en paz, escuchó un leve tintineo que procedía de una cumbre lejana. Se giró, muy despacio, temiendo que fuera algún animal al acecho, pero no vio nada. El sonido no desaparecía, pero sus ojos de halcón eran incapaces de distinguir nada que no fuera piedra y arbustos.

Intrigado, se levantó y comenzó a trepar y a saltar hasta alcanzar la cumbre de la que procedía aquel extraño y armónico ritmo, semejante al que entonaba su pueblo las noches señaladas, en torno al fuego. Y al fin lo vio, con los últimos rayos enviados por Tawa: una muchacha más joven que él, ataviada con extrañas ropas, danzando sobre sí misma de una forma tan hipnótica que Igoe apenas podía creer lo que estaba viendo.





En ese momento, se escuchó el ruido de un trueno. Nada más oírlo, la bailarina cesó su danza, y se ocultó, asustada. Cuando Igoe llegó ante ella, supo que se hallaba en presencia de una Katchina, uno de los seres venidos del cielo para transmitir su sabiduría al pueblo Hopi. Lo supo porque reconoció en aquel vestido el de los juguetes con los que él y sus amigos se divertían de pequeños. Su padre le había dicho que los hacían con la forma de los Katchinas para que, si se daba la circunstancia de que un Katchina real aparecía, no les cogiera por sorpresa o lo confundieran con un enemigo.

Sin embargo, la forma tosca de sus juguetes en nada se parecía a los rasgos de aquella joven, de tez pálida y sonrisa de diamante, que al verlo, dijo: “Ayúdame, Igoe, pues soy el último de los Katchinas, su último emisario.” Y cuando escuchó su voz, pidiéndole protección de los truenos, Igoe sintió que aquella criatura era capaz de suscitar un efecto tan hipnótico a través de sus palabras como de sus gestos. “A cambio”, le dijo, “te haré depositario de las nueve señales que tu pueblo habrá de presenciar antes del fin del Cuarto Mundo.”

Igoe accedió, y construyó un refugio para ambos en aquella misma cumbre. Y allí, sentados y al abrigo de aquellos truenos cada vez más cercanos, la última Katchina le reveló sus secretos.



“La Primera Señal llegará en forma de hombres blancos que se apoderarán de vuestras tierras empleando truenos, semejantes a los que ahora asolan el valle. La Segunda Señal vendrá a lomos de ruedas de madera, llenas de voces. La Tercera Señal será un animal de grandes cuernos, propiedad del hombre blanco. La Cuarta Señal serán serpientes de hierro que cruzarán las praderas. La Quinta Señal será una gigantesca telaraña que cubrirá los cielos. La Sexta Señal serán ríos de piedra que formarán imágenes a la luz de Tawa. La Séptima Señal será el mar vuelto negro como la noche, con sus animales muertos. La Octava Señal será portada por jóvenes de largo cabello, que huirán de la ciudad y buscarán la sabiduría natural. La Novena y Última Señal será la caída de una gran morada de los cielos a la tierra, que provocará gran estrépito.”

Igoe escuchó atentamente, y no pudo reprimir las lágrimas al escuchar el final de la historia de la Katchina: “Tras las Señales, se producirán grandes guerras entre los hombres, y el resultado será terrible, con gigantescas columnas de humo aniquilando la vida de animales y de hombres. La mortandad será horrible.”




Mucho ha llovido desde que Igoe despertó, a la mañana siguiente y descubrió junto a él un anillo capaz de desdoblarse en dos. Era una ofrenda de la última Katchina como prenda de su afecto, que había dejado allí antes de desaparecer sin dejar rastro.

Y aunque tuvo una larga vida, ni Igoe ni sus hijos pudieron ver y sufrir en sus carnes la Primera Señal: fueron sus nietos los que combatieron a los soldados norteamericanos, los que cayeron bajo el glorioso estrépito del séptimo de caballería. Los carromatos que trasladaban al hombre blanco a las tierras recién conquistadas llegaron después, con el ganado que traían consigo. Poco después llegarían los primeros raíles y los ferrocarriles comerciales, y cuando el linaje de Igoe ya estaba a punto de extinguirse, el primer tendido eléctrico surcó las praderas por donde antaño se cazaba el búfalo.

Muchos ciclos lunares hubieron de pasar para ver las carreteras y autopistas destruir el paisaje, o los océanos cubiertos de petróleo en las costas de numerosos países, así como las primeras celebraciones hippies o los fracasos de la carrera espacial.

Y por suerte, ni Igoe ni los suyos presenciaron el horror de las Guerras Mundiales, el holocausto o la detonación de las bombas atómicas, cuyas gigantescas columnas de humo aniquilaron animales y hombres.

Cuenta la leyenda que mucho antes de que todos esos acontecimientos tuvieran lugar, cuando Igoe estaba en su lecho de muerte, rodeado de su esposa, hijos y nietos, pidió que abrieran el techo de la tienda: “Quiero ver las estrellas por última vez”, dijo. Y al abrirse ante él el firmamento sostenido por columnas brillantes, volvió a escuchar la risa de la Katchina, la vio danzar a la luz de los últimos rayos de Tawa, y supo que a partir de entonces sería él quien estaría protegido y a salvo de cualquier peligro.


lunes, 14 de septiembre de 2009

Programación 1er Trimestre

Aquí está la programación provisional del trimestre.

Septiembre
19 Ambientación (Joshu). Programación Acampada incio de Ronda.
27 Marcha (Rober, Jonás).

Octubre
4 Acampada Inicio de Ronda . Confirmado
11 Djembees 1.0 (Erik).
17-18 Citas PAI?
25 Programación acampada en casa de Durán.

Noviembre
1 Citas PAI.
6-7-8 Acampada en casa de Durán.
15 Cinefórum
22 Disfraces 1.0.
29 Djembees 2.0

Diciembre
6 Programación Navidad.
13 Ac. Sociocultural.
20. Ac. Sociocultural.


Campamento de Navidad.



Coordinator said. Contactad conmigo ante cualquier duda. Mantendremos esto actualizado.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Manual rover: Las cartas de clan


La carta de clan es el principal documento de la unidad, un compendio de objetivos y compromisos donde los rover ponen de manifiesto en un escrito oficial sus intereses, intenciones y deseos.

Es muy importante que todos los claneros conozcan dicha carta, ya que deberán firmarla si finalmente deciden formar parte de él. Antes de ello pueden, y deben, sugerir aquellas modificaciones que consideren necesarias para que la carta exprese también los matices que el clanero quiera introducir.

Lógicamente, la carta es un texto abierto que debe en todo momento reflejar la realidad del clan. Esto implica su necesaria actualización, ya sea para ampliar objetivos o para precisar todo lo que el tiempo vaya reclamando de ella. Así, por ejemplo, si un clan primerizo inició su carta de clan manifestando su deseo de servir al grupo, puede en rondas sucesivas ampliar dicho ánimo de servicio a la localidad en la que reside.

A esta carta los claneros unen una carta de compromiso individual, donde tratan de aplicar todo lo anterior a su caso particular, y expresarse de forma más personal que en el caso anterior. Aquí es importante que el clanero sepa reflejar su propia realidad interna (personalidad, inquietudes) y externa (ámbito académico, familiar, social), para poder proyectarla a un futuro basado en su mejora y ampliación.

Lo ideal sería que estos textos participasen de la filosofía educativa del grupo, y por ello es muy conveniente que los claneros conozcan el proyecto educativo en el que están inscritos, y que han vivido como educandos en sus etapas anteriores.

Proyecto NEO



Acabamos de conocer la existencia del proyecto NEO de cruz roja, una primera aproximación al voluntariado para jóvenes de entre 14 y 18 años, que no tienen edad suficiente para ser oficialmente voluntarios.


Para los que estén interesados, este es el enlace: http://www.cruzrojajuventud.org/docs/neo/neo.html

lunes, 7 de septiembre de 2009

Manual de Rover para principiantes (parte I)


“Por Roverismo no quiero decir vagar sin sentido,

significa para mí encontrar un camino por senderos

placenteros con un objetivo definido en la mente

y con una idea de las dificultades y peligros

con los que podría encontrarme a mi paso”.


(Sir Robert Baden-Powell)


De ahora en adelante, y bajo la etiqueta de "Manual", intentaremos dar cuenta en este blog de algunos aspectos teóricos importantes sobre el clan. Para empezar hemos decidido hacer una entrada doble, que se ocupará, a grandes rasgos, de desarrollar un panorama general sobre la sección.

No resulta sencillo trazar las líneas maestras de una unidad que, por definición, se caracteriza por ser aquello que los chavales hagan de ella. El espíritu, carisma, iniciativa y capacidad de resolución de los claneros se proyectará necesariamente hacia las actividades del clan, otorgándole diferentes perfiles según los miembros que la integren.

No obstante, y por muy diferentes que sean unos clanes de otros, hay una serie de rasgos que deberían estar siempre presentes, y que podemos resumir en tres puntos básicos: filosofía general, concepto de servicio y proyección a la autonomía.

Respecto a la filosofía general, podemos partir de la cita inicial de la entrada y del significado de la palabra “rover” (trotamundos). Esta sección está pensada para servir de puente entre el grupo, en el que el scout ha pasado por diferentes unidades, y la vida adulta que le espera una vez que cumpla los 18 años y acceda a nuevos ámbitos académicos o laborales.

Es importante resaltar que, en contra de la opinión generalizada, el clan no es una cantera de monitores ni una escuela de formación de los mismos. Por desgracia, la situación de muchos grupos obliga a que algunos claneros pasen antes de tiempo a ser scouters, lo que supone un doble perjuicio: primero para el clanero, porque se interrumpe su proceso de formación y se le inserta en una función para la que generalmente carece de preparación y recursos; en segundo lugar para los chavales, porque se encuentran ante la guía de un monitor inexperto y no suelen recibir la formación más adecuada.

A esto hay que añadir que no todo clanero tiene por qué desear ser monitor. La decisión de convertirse en scouter debe nacer del rover, no de la unidad, y ha de ser algo necesariamente al margen de su labor como clanero. En cualquier caso, la filosofía general del clan recomienda disfrutar de esta unidad el máximo tiempo posible, y por ello es muy aconsejable cumplir tanto los tres años de formación como la travesía del desierto, que luego explicaremos.

La primera máxima del clan es, por tanto, comprender que el sitio del rover es el clan. Para ello es necesario asumir que la etapa de formación aún no ha finalizado, y que todavía hay mucho que aprender, descubrir y disfrutar antes de dar el paso de convertirse en scouter.

Respecto al concepto de servicio, también es necesario aclarar una confusión muy típica de muchos grupos scout: los rovers no son los criados o sirvientes del grupo al que pertenecen. En muchas ocasiones los clanes son utilizados por los grupos para tareas engorrosas y que nadie quiere hacer, fruto todo ello de un mal entendimiento de la palabra servicio.

Por servicio nosotros entendemos la ayuda que se presta a alguien que realmente la necesita, es decir, la realización de una actividad, sea cual sea, que proporciona un beneficio al conjunto de la sociedad. Limitar dicho esfuerzo a la realidad de un grupo, y más si está orientado de forma servil, perjudica claramente a los rovers, al no permitirles satisfacer su necesidad de conocer otras realidades y contribuir a su mejora desde la acción del servicio.

Por lo tanto, la segunda máxima del clan es la aplicación del servicio de la forma más correcta, amplia y beneficiosa posible para los demás, tanto dentro como fuera del grupo scout.

Por último, pero no menos importante, está la proyección a la autonomía. Después de haber pasado por diferentes organizaciones de unidades, como la manada, las patrullas o la unidad de esculta, el clan pretende fomentar la individualidad de sus miembros (ojo, no confundir esto con individualismo).

Por lo general, la personalidad del scout ya está casi formada una vez que accede a clan, y por ello está preparado para ir afrontando una serie de retos que le ayudarán a completar su proceso de formación. Estos retos comienzan con el PAI (proyecto de acción individual), que define los objetivos del clanero dentro de la unidad, así como otros proyectos comunes donde se trata de conjugar, en la medida de lo posible, los diferentes intereses de los rovers.

La tercera máxima del clan es, por tanto, establecer el objetivo prioritario de formarse como persona, explorando los límites, conociendo las carencias propias y actuando con plena responsabilidad en un camino que no es sencillo, pero que formando parte del clan puede ser tan provechoso como placentero.

Manual de Rover para principiantes (parte II)




En esta segunda parte de la entrada nos centraremos en la tercera de las normas básicas del clan, aquella que hablaba de la proyección hacia la autonomía y que se resume en el lema de la unidad, “el rover rema su propia canoa”. (Aclaración: rover y clanero son sinónimos).

Quizá el mayor cambio que debe hacer el scout en su concepción del escultismo se produce en el paso de la unidad de esculta a clan. Hay una serie de novedades de gran relevancia que debe asumir desde el primer día, porque son fundamentales para la buena marcha de la unidad.

La primera de ellas tiene que ver con el papel del clanero, mucho más activa que en cualquier unidad anterior scout en la que haya estado. Las programaciones y la toma de decisión sobre salidas, actividades y organización ya no dependen del criterio de los scouters, como sí ocurría anteriormente. Esto pasa a ser responsabilidad de los miembros del clan, que deben ponerse de acuerdo para procurar que su planificación trimestral y anual responda a sus deseos y necesidades.

Esto implica un cambio, a su vez, en la concepción del papel del monitor dentro de la unidad, y obliga a hablar de animadores en vez de scouters.

El animador, a diferencia del scouter, debe velar por el buen funcionamiento de la unidad desde una posición de observador y vigilante. Como su nombre indica, su papel es motivar y dinamizar aquellas situaciones en las que los claneros no sepan dar solución a un problema, así como facilitar información o prestar ayudas puntuales cuando sea necesario.

Lo ideal es que los claneros aprendan directamente de los mayores de la unidad, y que su trabajo conjunto vaya configurando la realidad del clan. La toma de decisiones marcará el rumbo de la sección, y en ellas los animadores deben intervenir lo menos posible, de forma que sea la personalidad y el carácter de los claneros lo que pueda imprimir el espíritu al clan y proyectarse hacia un enriquecimiento necesario para ellos.

Precisamente en relación con la toma de decisiones se encuentra el símbolo fundamental del clan, la horquilla. Representa un camino que se bifurca, obligando al caminante a elegir cuál de los dos debe tomar. La horquilla está siempre presente en la simbología del clan, desde el estandarte a muchos de sus ritos, tradiciones y ceremonias, ya sea con piedras o velas en fila sobre el suelo.

Para finalizar este primer panorama general, hay que aclarar que el periodo de clan es el más amplio de una unidad scout. Está compuesto por cuatro rondas solares, frente a las tradicionales tres de manada, tropa y esculta o las dos de castores. De dichas rondas, tres de ellas se realizan dentro del clan y una, la última, fuera de él. Es lo que se conoce como travesía del desierto, una etapa de voluntariado de un año que el clanero realiza en solitario dentro de una ONG, institución o grupo scout de su elección que no sea el de procedencia, y que es con diferencia una de las etapas más fascinantes del clan y, por extensión, del escultismo.

No obstante, antes de llegar a la travesía del desierto el clanero deberá haber atravesado tres etapas (aspirante rover, rover en formación y rover en servicio), que detallaremos en futuros capítulos del manual.