lunes, 7 de septiembre de 2009

Manual de Rover para principiantes (parte I)


“Por Roverismo no quiero decir vagar sin sentido,

significa para mí encontrar un camino por senderos

placenteros con un objetivo definido en la mente

y con una idea de las dificultades y peligros

con los que podría encontrarme a mi paso”.


(Sir Robert Baden-Powell)


De ahora en adelante, y bajo la etiqueta de "Manual", intentaremos dar cuenta en este blog de algunos aspectos teóricos importantes sobre el clan. Para empezar hemos decidido hacer una entrada doble, que se ocupará, a grandes rasgos, de desarrollar un panorama general sobre la sección.

No resulta sencillo trazar las líneas maestras de una unidad que, por definición, se caracteriza por ser aquello que los chavales hagan de ella. El espíritu, carisma, iniciativa y capacidad de resolución de los claneros se proyectará necesariamente hacia las actividades del clan, otorgándole diferentes perfiles según los miembros que la integren.

No obstante, y por muy diferentes que sean unos clanes de otros, hay una serie de rasgos que deberían estar siempre presentes, y que podemos resumir en tres puntos básicos: filosofía general, concepto de servicio y proyección a la autonomía.

Respecto a la filosofía general, podemos partir de la cita inicial de la entrada y del significado de la palabra “rover” (trotamundos). Esta sección está pensada para servir de puente entre el grupo, en el que el scout ha pasado por diferentes unidades, y la vida adulta que le espera una vez que cumpla los 18 años y acceda a nuevos ámbitos académicos o laborales.

Es importante resaltar que, en contra de la opinión generalizada, el clan no es una cantera de monitores ni una escuela de formación de los mismos. Por desgracia, la situación de muchos grupos obliga a que algunos claneros pasen antes de tiempo a ser scouters, lo que supone un doble perjuicio: primero para el clanero, porque se interrumpe su proceso de formación y se le inserta en una función para la que generalmente carece de preparación y recursos; en segundo lugar para los chavales, porque se encuentran ante la guía de un monitor inexperto y no suelen recibir la formación más adecuada.

A esto hay que añadir que no todo clanero tiene por qué desear ser monitor. La decisión de convertirse en scouter debe nacer del rover, no de la unidad, y ha de ser algo necesariamente al margen de su labor como clanero. En cualquier caso, la filosofía general del clan recomienda disfrutar de esta unidad el máximo tiempo posible, y por ello es muy aconsejable cumplir tanto los tres años de formación como la travesía del desierto, que luego explicaremos.

La primera máxima del clan es, por tanto, comprender que el sitio del rover es el clan. Para ello es necesario asumir que la etapa de formación aún no ha finalizado, y que todavía hay mucho que aprender, descubrir y disfrutar antes de dar el paso de convertirse en scouter.

Respecto al concepto de servicio, también es necesario aclarar una confusión muy típica de muchos grupos scout: los rovers no son los criados o sirvientes del grupo al que pertenecen. En muchas ocasiones los clanes son utilizados por los grupos para tareas engorrosas y que nadie quiere hacer, fruto todo ello de un mal entendimiento de la palabra servicio.

Por servicio nosotros entendemos la ayuda que se presta a alguien que realmente la necesita, es decir, la realización de una actividad, sea cual sea, que proporciona un beneficio al conjunto de la sociedad. Limitar dicho esfuerzo a la realidad de un grupo, y más si está orientado de forma servil, perjudica claramente a los rovers, al no permitirles satisfacer su necesidad de conocer otras realidades y contribuir a su mejora desde la acción del servicio.

Por lo tanto, la segunda máxima del clan es la aplicación del servicio de la forma más correcta, amplia y beneficiosa posible para los demás, tanto dentro como fuera del grupo scout.

Por último, pero no menos importante, está la proyección a la autonomía. Después de haber pasado por diferentes organizaciones de unidades, como la manada, las patrullas o la unidad de esculta, el clan pretende fomentar la individualidad de sus miembros (ojo, no confundir esto con individualismo).

Por lo general, la personalidad del scout ya está casi formada una vez que accede a clan, y por ello está preparado para ir afrontando una serie de retos que le ayudarán a completar su proceso de formación. Estos retos comienzan con el PAI (proyecto de acción individual), que define los objetivos del clanero dentro de la unidad, así como otros proyectos comunes donde se trata de conjugar, en la medida de lo posible, los diferentes intereses de los rovers.

La tercera máxima del clan es, por tanto, establecer el objetivo prioritario de formarse como persona, explorando los límites, conociendo las carencias propias y actuando con plena responsabilidad en un camino que no es sencillo, pero que formando parte del clan puede ser tan provechoso como placentero.

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